(Relato) Tiempo de lectura 2 min
Nunca he escrito un diario, mucho menos una confesión... pero aquí estoy, encerrada "de manera cautelar" en esta habitación. Los pensamientos me asaltan sin tregua y las imágenes que se suceden en mi cabeza me laceran el estómago, ¿de verdad hice todo eso? Estoy confundida, no se si todo esto es real o una mala pasada de mi mente (claramente) perturbada, una de esas pesadillas que me asaltaban todas las noches... pero sí, la sangre en mis manos y el olor a muerte en mi ropa cada mañana era real... ahora creo que lo sé... lo siento muy dentro de mi.
Nunca he escrito un diario, mucho menos una confesión... pero aquí estoy, encerrada "de manera cautelar" en esta habitación. Los pensamientos me asaltan sin tregua y las imágenes que se suceden en mi cabeza me laceran el estómago, ¿de verdad hice todo eso? Estoy confundida, no se si todo esto es real o una mala pasada de mi mente (claramente) perturbada, una de esas pesadillas que me asaltaban todas las noches... pero sí, la sangre en mis manos y el olor a muerte en mi ropa cada mañana era real... ahora creo que lo sé... lo siento muy dentro de mi.
Todo empezó con una idea para mi primera novela, debía sentir lo que sentía
un asesino para ser veraz en la trama, es un tema muy trillado, lo sé, por
eso tenía que trabajar a fondo el personaje, como si me preparara para darle
vida en la gran pantalla. Me inicié estudiando a los asesinos más famosos de
la historia, pero pronto me cansé de ello, tenía que ser algo más real...
así que comenzé a visitar a asesinos confesos en la carcel, ellos me
contaron sus sensaciones, sus porqués, aunque a veces no había una razón
clara... y eso me desconcertaba, no lograba entender... y fue entonces
cuando decidí pasar a la acción.
Paseaba durante la noche decidiendo quién podría ser una presa fácil para
un asesino, estudiaba los movimientos de la gente que me cruzaba, sus
cualidades, su manera de mirarme... y una noche encontré a la persona
adecuada y mi porqué, alguien grosero que me abordó, alguien que me quería
utilizar esa noche... pero yo lo utilicé a él. Desperté con una sensación
extraña que no supe a ciencia cierta de donde provenía, y seguí con mi
vida.
Los paseos nocturnos se iban sucediendo día tras día con la misma
frecuencia que los despertares desasosegados y bañados en sudor... y con la
misma cadencia que las páginas de mi libro. En mis pesadillas particulares
elegía una víctima cada noche. Al principio eran personas que me trataban
mal a mi y en ocasiones que trataban mal a otras personas, escoria de la
peor calaña, pero después escogería a personas que únicamente me habían
mirado mal al pasar... o que simplemente no me habían mirado (el factor
sorpresa siempre me ha gustado). No sé porqué tuve esa evolución, quizás los
gritos de auxilio y de perdón que resonaban en las paredes de mi sótano me
hacían sentir poderosa, ¡que coño! quizás, no, ¡me hacían sentir muy
poderosa! en mis manos tenía la capacidad de terminar con la vida así, en un
instante, ahora color... un segundo después negro.
Por las mañanas me despertaba en mi cama y nunca recordaba como había
llegado allí. Restaba importancia al hecho, lo achacaba al cansancio
diario... y cansada estaba porque nunca tenía suficiente.
Llegó un momento que el exceso de actividad probablemente hizo que me
volviera descuidada, quizás dejé demasiados cabos sueltos.
Durante el almuerzo veía las noticias en las que últimamente solo se
hablaba del asesino en serie que tenía en jaque a la policía y que, al
parecer, ya tenían acorralado, yo deseaba que lo cogieran pronto, pediría
una cita en la carcel para poder entrevistarme con él.
Y hasta hoy... que me encuentro en esta habitación encerrada "de manera
cautelar" hasta que la policía encuentre lo que quiera que estén buscando en
mi sótano.
Pero nunca he escrito un diario, mucho menos una confesión
.... y hoy os aseguro que no lo voy a hacer.
.... y hoy os aseguro que no lo voy a hacer.